Probablemente
tenga algo de razón, cuando leemos una obra teatral tenemos delante un conjunto
de diálogos donde afloran los sentimientos y reflexiones de los diferentes
personajes pero donde no encontraremos ningún narrador que nos vaya guiando o
aclarando la trama y esto para mí, hace que el texto tenga más vida, es una
suerte de magia que solo puede conjurarse leyendo una obra de teatro.
Así
que hoy os invito al teatro y os dejo al descubierto todo un clásico de la
escena “Un tranvía llamado deseo", de Tennessee Williams.
Después
de tomar un tranvía llamado Deseo, Blanche
DuBois llega a los Campos Elíseos
vecindario de Nueva Orleans donde vive su hermana Stella
felizmente casada con Stanley Kowalski,
de origen polaco.
Pero
aquel lugar está muy lejos del entorno social donde crecieron ambas hermanas, nacidas
en una holgada familia sureña de Missisipi disfrutaron de las comodidades de la
hacienda Belle Reve donde todavía continuaba Blanche,
hasta que las deudas y el despilfarro hacen que ésta quede en manos de los
acreedores. Sin residencia y sin trabajo Blanche
se ve obligada a visitar a su querida hermana Stella
quien, al igual que el lector, pronto descubrirá que son muchos los secretos
que Blanche guarda como su dependencia al
alcohol, su escandaloso pasado amoroso, las verdaderas razones de su pérdida de
empleo y su inestabilidad emocional.
Igualmente
Blanche descubrirá horrorizada la
tormentosa vida de su hermana, casada con un hombre vulgar, violento todo un
patán que comienza a sentirse menospreciado con su presencia.
Tennessee Williams llevó
magistralmente a escena todo aquello que ocurría en el sur en los convulsos
años 40, mostró la decadencia de la aristocracia sureña, la dependencia de la
mujer y la enfrentó a la sangre emprendedora de los inmigrantes encarnada en el
personaje de Kowalski. La tensión entre
los protagonistas, Blanche y Kowalski es tan extrema e intensa que
llevarán al lector del amor al odio dejándole un poso de compasión.
Después
del enorme éxito teatral la obra fue llevada al cine y es imposible no tener en
mente a los actores Vivien Leight y Marlon Brando, Blanche
y Stanley respectivamente, mientras se lee
el texto pero el lector no debe dejarse engañar, Brandon
edulcoró el personaje de Kowalski
elevándolo incluso a protagonista gracias a su gran magnetismo y su belleza. Cuando
en verdad, Kowalski encarna la crueldad
y violencia extrema hacia otro de los problemas que Tennessee
Williams se atrevió a llevar a escena, la locura.
Vivien Leight (Blanche) y Marlon Brandon (Stanley) en la adaptación cinematográfica de la obra (año 1951) |
Una de las mejores obras teatrales del siglo XX adaptada fielmente al cine y totalmente recomendable, libro duro con temas muy actuales que resultarían escandalosos en esa época como son la homosexualidad, el deseo en la mujer ó la hipocresía sureña. Todo ello sin olvidar una frase del prólogo escrito por Arthur Miller (enero 2004) para la presente edición que resume perfectamente la obra:
[…] “Un tranvía es un
grito de dolor, olvidar esto es olvidarse de la obra” […]
Hasta
luego, Vela.
Ficha Técnica:
Editorial: ALBA EDITORIAL
Año de edición: 2007
Nº páginas: 264 páginas
esta obra me parece magnífica. La capacidad del autor para despertar sentimientos viscerales ante la pasión de sus personajes me pareció siempre tremenda
ResponderEliminarBesos
Es asombrosa la fuerza que tiene el texto.
ResponderEliminarUn abrazo, Vela.